lunes, 3 de agosto de 2015

HISTORIA Y POESÍA EN LA CULTURA CEPEDANA


“Lo que ven los turistas en Pompeya no son las ruinas que dejó el Vesubio, sino las que dejaron los bombardeos alemanes en la II Guerra Mundial”, dijo el investigador Laurentino García en su intervención en el “Día de las Letras Cepedanas”.

La tarde-noche del sábado, día 1 de agosto, se llenó de historia y literatura en el ya tradicional “Día de las Letras Cepedanas, que organiza anualmente la Asociación Rey Ordoño I, Amigos de La Cepeda, en la Casa del Concejo de Villamejil.

En un salón abarrotado de asistentes, intervinieron los autores de la zona que han publicado libros en el último ejercicio, en un encuentro que se inició con una conferencia sobre Enrique Gil y Carrasco, en el 200 aniversario de su nacimiento.

Laurentino García presentó su reciente monografía sobre los bombardeos aliados sobre el yacimiento arqueológico de Pompeya, publicado en Italia, hecho que causó un inmenso daño a los restos romanos, destruyendo obras de arte y al propio Museo de Pompeya, donde se almacenaban millares de objetos de valor artístico e histórico.

Si el 24 de agosto del año 79 se produjo la destrucción de la ciudad de Pompeya por la violentísima explosión del volcán; otro 24 de agosto, este en 1943, la aviación aliada inició una serie de bombardeos que causaron daños gravísimos al yacimiento destruyendo lo que había respetado la misma violencia de la naturaleza, explicó el investigador leonés, uno de los más prestigiosos expertos mundiales sobre el tema.

García afirmó que resultaba incomprensible el silencio sobre esta acción, tanto en el momento en que se produjo como en más de medio siglo siguiente. Y afirmó que los periodistas que cubrían la guerra apenas se molestaron en relatar aquellos hechos: “de hecho, las fotografías que existen son todas de otras fuentes”

La jornada coordinada por el periodista Lalo Fernández Mayo, contó también con la intervención dela poeta Abel Aparicio, quien explicó la génesis de su libro “Alboradas en los zurrones del pastor”, una obra de profunda reflexión, escrita en castellano y leonés, en la que se aúnan vivencias personales y paisajísticas del territorio central de la provincia de León, en un viaje en compañía de un pastor.

Ángel Casado, presentó su última obra, “Poeta en Astorga”, aún en imprenta. El poeta mostró a los asistentes las excelentes imágenes que acompañan a sus textos, obra del pintor Santiago Omaña, en las que refleja de forma magistral rincones y monumentos de la ciudad. Casado, quien centra sus poesías en Astorga y en el atractivo entorno rural, leyó varios poemas de la obra.

El cuarto libro presentado fue el de la edición 2015 del encuentro poético Versos a Oliegos, trabajo coordinado por Ignacio Redondo, quien con su habitual humor trató sobre la edición del libro y su contenido, pero también recordó la necesidad de armar a la sociedad para protestar por el abandono y por hechos como el reciente incendio que destruyó 3000 hectáreas de monte en la zona, y en el que se palpó la deficiente política de la Junta de Castilla y León en la materia.

El acto fue abierto con unas palabras del presidente de la Asociación Cultural, Saturio Aller, quien dio la bienvenida a los asistentes, intervención que dio paso a una conferencia pronunciada por el escritor y periodista Tomás Álvarez, en torno a aspectos de la novela El Señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco.

Álvarez destacó las excelencias del libro en materias como el paisaje, el relato amoroso y la reconstrucción de la historia, referida a los días finales del Temple, orden religioso-militar surgida para amparar  a los peregrinos y a los territorios cristianos de Oriente, tras la conquista de Jerusalén por los cruzados

El conferenciante mostró como la caída del temple se produjo en un periodo de profundos cambios en la sociedad medieval, momento en el que también se inició  una mutación en la vivencia religiosa y en la propia esencia de la peregrinación.

Al hilo de estos temas, terminó refiriéndose el autor al abandono de la ruta peregrina que conducía a Santiago por La Cepeda y Bembibre, pasando por el convento de Cereal, y dio datos concretos de los puntos por los que pasaba esta ruta, antaño vigorosa, pero prácticamente desconocida hoy, aunque quedó escrita por el monje alemán Hermann Kunig von Vach, en una obra famosa en su tiempo, que desde 1495 a 1521 tuvo cinco ediciones.


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