Reza el dicho popular “Tres jueves hay al año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”, aunque el Corpus ya no se celebre en jueves, sigue siendo la festividad de más de una treintena de localidades leonesas.

Esta solemne fiesta que se celebra desde el año 1264, fue instituida por el papa Urbano IV, según cuenta la leyenda, a raíz de la conversión de Pedro de Praga, al ver sangrar la hostia durante la celebración de la eucaristía en Bolsena (Italia). Esta misma leyenda se ha extendido por muchos lugares, entre los que cabe destacar la conversión de un feligrés de la localidad leonesa de Ruitelán, que acudía diariamente a la celebración de la eucaristía en O Cebreiro (Lugo).

La festividad del Corpus, no tiene fecha fija, se celebra sesenta y tres días después del Domingo de Resurrección, que a su vez tampoco tiene fecha preestablecida, si no que se celebra el domingo posterior a la primera luna llena de primavera.

Existen costumbres relacionadas con esta fiesta que aún se mantienen en muchas localidades, como es engalanar las calles por donde pasa la procesión con tapices florales y con altares con pequeñas imágenes de la Virgen, del Sagrado Corazón o del Niño, o acompañar al Santísimo con danzas.

Como me sería imposible citar todas las localidades en las que se celebra la festividad del Corpus Christi por miedo a olvidar alguna, sólo voy a hacer referencia al “Corpus de Laguna de Negrillos”, por ser si no me equivoco el único que ostenta la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional desde el año 1991.

El Corpus de Laguna de Negrillos arranca al mediodía, con la salida de la procesión de la iglesia de San Juan Bautista, encabezada por San Sebastián.

La procesión es una representación teatral, sobre la conversión de un capitán de bandidos, que los habitantes de la localidad identifican con San Sebastián.

Esta figura que encabeza la procesión, viste casaca negra y roja, bicornio, polainas y un mantón de Manila, esconde su rostro detrás de una máscara, y empuña en su mano izquierda una espada, al tiempo que con la derecha aprieta contra su cuerpo una flecha que simboliza su martirio. Su caminar es presuntuoso, no flexiona la rodilla y golpea el suelo con el tacón de sus zapatos.

Le acompañan la cruz procesional, los apóstoles, excepto Judas Iscariote, San Mateo, San Juan Bautista, San Miguel Arcángel y Jesucristo, todos ellos con túnica de colores, su rostro cubierto con una máscara y portando el símbolo que les caracteriza, imágenes de distintos santos portados a hombros y cerrando la procesión el Santísimo bajo palio, acompañado por los danzantes de la villa.

La procesión se recoge en la iglesia de Santa María del Arrabal, donde durante el transcurso de la Eucaristía, San Sebastián se convierte en creyente, hecho que se pone de manifiesto al regresar a la iglesia de San Juan Bautista, donde se descubre el rostro y hace una reverencia al Santísimo, para a continuación huir horrorizado.