En la mañana del 2 de julio del año 1505, estando el pastor de Velilla de la Reina, Alvar Simón por los solitarios campos situados a una legua hacia el oeste de la ciudad de León con su rebaño, se le apareció la Imagen de Nuestra Señora, portando su propia imagen, entre resplandores y luces y le dice: “ve a la ciudad y avisa al Obispo para que venga a este lugar y coloque en un lugar digno esta imagen, ya que mi Hijo desea que quede en este lugar para el bien de esta tierra”.

El pobre pastor, atónito y sin poder articular palabra, logra reponerse y le pregunta a la Virgen que como le van a creer, a lo que la Virgen replica que le dé la honda que tiene en la mano y tomándola, coge una pequeña piedra, la lanza y le dice: “dile al Obispo que venga y donde encuentre esta piedra tan grande, que será señal de que yo te envió, es voluntad de mi Hijo y mía que se coloque mi imagen”.

Nuestra Señora desapareció dejando su imagen, y el pastor Alvar Simón acudió a ver al Obispo para contarle lo sucedido, este fue al lugar indicado por el pastor, acompañado de eclesiásticos y seglares para comprobar por sí mismo aquel milagro. Al llegar encontraron la imagen a la que adoraron con especial devoción y la piedra que había crecido hasta llegar a pesar muchas libras, por lo que decidieron edificar una ermita donde venerar la sagrada imagen.